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22 de junio, 2022

Namings fantásticos y cómo encontrarlos

Por: Antonio Hidalgo.

De la rabia saltan imágenes, de la tristeza se derraman letras. De la risa, del amor, de la nostalgia nacen momentos; memorias que se transforman en palabras para luego regresar a ellas y volver a vivirlas. Las emociones surgen de la nada y del todo, de la libertad al sentir, pensar y reflexionar. Es en ese momento de total libertad cuando realmente fluyen ideas; y esta también es la mejor técnica para empezar a nombrar las cosas, las marcas, un producto, un lugar. 

(Hacer naming es como vivir una relación sentimental; aveces se te rompe el corazón.)

Personalmente hacer naming es como vivir una relación sentimental; te inspiras, te emocionas, te aferras a una idea, e incluso hay veces que se te rompe el corazón -el cliente o el IMPI se encargarán de esto-. Y realmente lo que empezó de la nada, se convierte en un viaje lleno de emociones. Al final cada nombre como una relación, es un caso único que se convierte en un recuerdo valioso, lleno de intención y fondo. Dejando de lado las metáforas, en el mayor activo de una marca.

Existe un mar de artículos, libros y casos sobre qué es el naming y cómo abordarlo. Y aunque siempre es bueno aprender de la experiencia de otros, personalmente creo que más que encontrar el hilo negro al momento de crear uno, es darle un sentido a todo eso que pensaste, enfocarlo a cumplir un objetivo funcional y encontrarle ese -sex appeal- que atrae y te saca una sonrisa o te hace rascarte la cabeza. 

El proceso para crear naming puede empezar en la calle, surgir de un sonido o regresando mil años atrás. No hay forma absoluta de hacerlo, pero siempre ayuda tener un par de rituales que detonan claridad e inspiración en tu cabeza para comenzar. 

5 Técnicas -no oficiales- al crear naming. 

 

  1. El pasado. La inspiración es una de esas cosas que no tienen vigencia. Regresa al origen de las palabras e inspírate del pasado, como la mitología y la etimología de las palabras. 
  2. Exteriores. La vida está hecha de palabras, sal y deja que la inspiración llegue a tu paso. Ver qué otras marcas hay allá afuera te sirve también como comparativa para la que estás nombrando. 
  3. El sonido. Es algo que evoca emociones, sentimientos y tiene el poder de traer memorias a tu cabeza. Prueba con bibliotecas de efectos sonoros buscando sonidos relacionados a la marca que quieres nombrar. 
  4. Visuales. Deja de mirar y empieza a interpretar; los visuales despiertan tu imaginación. Adéntrate en bancos de imágenes como Pexels o plataformas tipo Pinteres y deja que las fotos se transformen en palabras. 
  5. Lenguaje. Inventa y combina palabras o explora otros idiomas. Abrir una ventana con Google Translate y descubrir nuevos significados, siempre ampliará tus horizontes creativos, permitiéndote ver más de otras culturas, conceptos y fonética. 

Es una fantasía creer que el naming correcto llega al instante que lo piensas, pero después de hacer esto por unos cuantos años, realmente es solo eso, una fantasía. Muchos factores entran en juego y nuestra tarea como -namers- es evaluarlos e invertirles el tiempo justo, en el orden correcto del proceso. Factores como el dominio, el registro de marca, perfiles en redes sociales y la proyección cultural que tendrá la marca juegan un rol esencial. Tenlos en mente y asegúrate que tus propuestas cumplan con ellos, sin comprometer tu libertad creativa. 

Este es un ejercicio de destilación. Se trata de pulir las propuestas y entender el contexto de la marca para que el nombre sea más impactante. Así, mientras puedas defender tus propuestas, nadie podrá matarlas ni decir que hay algo mal con ellas; aunque no podemos dejar de lado que como en cualquier otra técnica creativa, siempre existirá el más trendy e inevitable -hashtag subjetividad-. 

(Como personas entendemos la vida cuando empezamos a nombrarla.)

Como personas entendemos la vida cuando empezamos a nombrarla. Y al crear naming se piensa con todos los sentidos; desde el lado derecho hasta el izquierdo del cerebro, siguiendo nuestro instinto y creciéndolo con lo racional. Y cuando sentimos, no hay forma buena o mala de hacerlo.