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28 de noviembre, 2022

El poder del desacuerdo

Por: Sara Galván Brull.

*Para fines de este artículo se utilizó “las” como el pronombre base considerando que hablamos de personas y no de géneros.

¿Alguna vez te tocó escuchar a tu mamá, papá o cualquier persona adulta decir “Porque yo digo” ? A mí sí, no sólo en mi familia sino en la de mis amigas, familia extendida, incluso en películas y series.También me llegaron a decir “no me contestes” , pero “contestar” era muchas veces sinónimo de debatir o cuestionar algo que me imponían con lo que no estaba de acuerdo. El mensaje era: contestarle a tus mayores es una falta de respeto.

El problema es que este discurso no se limitaba solamente hacia tus mayores. Creo que en general saber que está bien expresar nuestro desacuerdo y aprender a hacerlo de manera sana nunca fue algo que se nos incentivó o enseñó, incluso con nuestras hermanas o hermanos lo más común era escuchar solamente una orden: “no peleen”. Sin dimensionar el alcance de este tipo de expresiones creo que poco a poco aprendimos a temerle a esta parte de nosotras mismas, como un monstruo que había que mantener en la oscuridad a toda costa, porque al dejarlo hablar solo tenía la capacidad de generar daño e incomodidad.

El mounstro en el mundo laboral.

La realidad es que todas nos enfrentamos constantemente a opiniones distintas, sin embargo no es tan común que las expresemos abiertamente en el trabajo, sobre todo cuando contradicen lo que tu líder dice. 

Porque cuestionar a tus mayores se traduce en nuestra vida adulta a cuestionar a quién tiene mayor poder o autoridad. 

Es contradictorio pues escuchamos constantemente “varias cabezas piensan mejor que una”, pero cuando alguien reta decisiones o procesos, especialmente del liderazgo de una organización, de nuevo nos topamos con esta amenaza de ser percibida como una persona desafiante, conflictiva, insubordinada, cuando realmente viene desde el involucramiento. En las palabras de Adam Grant: 

“La ausencia de conflicto no es armonía, es apatía. Si estás en un grupo en el que las personas nunca están en desacuerdo, la única forma en que eso realmente podría suceder es si a las personas no les importa lo suficiente como para decir lo que piensan”.

Temerle al conflicto y evitarlo nos ha hecho perder oportunidades. Se nos olvida que cuando compartimos el mismo objetivo este se puede volver productivo. 



El mounstro productivo.

Steve Jobs, fundador de Apple, no quería hacer teléfonos, creía que eran poco elegantes y cero “cool”, pero su equipo de diseño e ingeniería decidieron retar su postura y hacer el prototipo; con esto despertaron la curiosidad de Jobs y lo hicieron pensar dos veces. Él entendía que las ideas son lo importante, más allá de la jerarquía.

Pero para lograr esto, es importante como organización y como líder, crear espacios seguros para que las personas puedan expresar su postura sin temor a represalias.

Y aunque toma práctica, algunas cosas que fomentan el conflicto productivo son:

1. Debatir desde bases sólidas que ayuden a respaldar tu argumento más allá de una postura 100% personal o subjetiva (pensamiento crítico)

2. Dejar el ego a un lado, recordar que tenemos un objetivo en común y evitar una postura defensiva

3. Hablar con respeto y empatía es clave, así como tener una…

4. Flexibilidad mental: escuchar con apertura y desde la curiosidad

5. No tornarlo en un tema o ataque personal ni tomarlo como tal

6. Escoger los espacios, momentos y medios apropiados para expresarte y escuchar a las demás

7. Entender que nuestro conocimiento muchas veces proviene de experiencias y aunque son valiosas, son personales y no resultan en hechos y realidades absolutas

Abrir la puerta al conflicto puede resultar incómodo, pero la diversidad de opiniones, definitivamente es una oportunidad para construir, crecer y evolucionar juntas.